EL RINCON DEL ULTIMO TABLERO: SENSACIONES DE UN TORNEO DE VERANO.
“Bienaventurado el que sabe esperar, porque ese es dueño de la paciencia”, y la paciencia es una virtud, escasa, pero virtud al fin y al cabo, o algo así dice o debería decir esa bienaventuranza. El caso es que ya está aquí una nueva entrega del Rincón del Tablero, y por la tardanza lo primero que debo pediros es disculpas. Espero, y deseo, que a partir de ahora esta sección sea bastante más habitual entre las paginas del blog.
En mayo estuve tentado de haceros una pequeña crónica del torneo de los Galayos, especialmente porque la edición anterior, la del 2008, fue mi primer torneo, mi bautizo ante otros tableros, mi primera competición, y por eso a este torneo le tengo un cariño especial. Me hubiera gustado decir que el salto ajedrecístico después de un año de jugar pachanguitas en el club y de leer algún que otro manual fue considerable, pero faltaría estrepitosa y fraudulentamente a la verdad. Mi torneo fue para olvidar, tanto que melló mi moral y durante semanas no toqué ni tablero, ni libros ni piezas. Dos puntos sobre siete pasaron la correspondiente factura a una moral tan fragil como la mía.
Durante los dos meses siguientes los resultados de las pachanguitas en mi club han sido decepcionantes, ganandome a pulso la etiqueta de “ultimo tablero”. En mi descargo sólo puedo objetar que los ritmos de juego a cinco minutos son los que peor se me dan, sin duda. Todavía soy muy lento y meto gazapos de novato en las partidas rápidas. El caso es que después de un bajón anímico parece que me repuse y me decidí a participar en el III Torneo de Brozas.
Las partidas no es que fueran precisamente a ritmo lento, 15 minutos finish, pero al menos a ese ritmo me da tiempo para calcular algunas jugadas, pergeñar algún tipo de plan y no cometer errores tan evidentes como en las superrápidas.
No es mi intención hacer una crónica del torneo, sino hablaros de las sensaciones personales que produjeron en mí volver a competir y hacerlo de modo medianamente digno. Así que sólo un par de pinceladas sobre lo que sucedió.
En primer lugar, deciros que Javier Andrada Andrada, compañero del Peón Aislado, se hizo con la victoria global, cumpliendo con las expectativas, toda vez que no en vano le sacaba unos 250 puntos elo al siguiente del ranking.Y sobre el altercado que Andrada tuvo con el hijo de los Benavides, no puedo aportar ningún dato, dado que se produjo al finalizar la ultima ronda y para entonces ya me encontraba tomando birras con el pirata Luceño en un bar de las proximidades. En cualquier caso son cosas que pasan todos los dias en los torneos y a las que no hay que darles mayor importancia; diferencias que normalmente hablando se arreglan, y al proximo año serán compañeros de equipo en Division de Honor con el Peon Aislado, así que van a tener ocasiones de sobra de solventar sus diferencias.
A titulo personal, decir que estoy contento con el torneo realizado.
La primera ronda me cruzó con el bueno de Elviro, “instigador” de este torneo y mejor jugador local, que con este tipo de eventos trata de promocionar el ajedrez en su pegujal. Por aquello de no dejar en mal lugar a la joya del pueblo no me cebé con él y le dejé que me ganara. Bueno, no sucedió exactamente así. Lo cierto es que opté por una Caro Kann y jugué algo pasivo. Me defendí bien pero en el medio juego le dejé meter una cuña de peones en b6 y eso terminó pasandome factura. La única defensa posible fue jugar a5 para impedir que un caballo se instalara en dicha casilla atacando al alfil bloqueador de b7. Lo defendí como pude, pero cuando consiguió tocar con más piezas en a5 y comer mi peon con su caballo la posición se me vino abajo. Barajé la posibilidad de cambiar mi torre por su caballo, pero lo unico que conseguia era que su dama entrara en mi territorio e hiciera estragos en mis piezas. Así que abandoné.
En la segunda ronda tuve una partida tranquila, jugué con blancas una Escocesa y salí con ventaja de la apertura tras un “regalito” del rival, lo que ya no le dió opción a remontar. Lo curioso de esta partida es que descubrí que cuando tengo ligera ventaja juego más nervioso que cuando voy igualado o perdiendo. Imagino que es algo así como el temblor de la falsificación, del que hablaba Patricia Higsmith, y es algo a dominar en futuras ocasiones.
La tercera me enfrentó a una “vieja contrincante”, Pilar Glez Benavides, la pequeña Pili, la niña de los Benavides, que a su corta edad ya se está labrando un nombre a nivel regional dentro de este mundillo. Y digo lo de “vieja contrincante” porque en el por equipos de este año todos pensamos que me tocaría jugar contra ella en el cuarto tablero el dia que nos enfrentamos al Reino de Caissa, pero nuestras previsiones no se cumplieron y finalmente me cambiaron el rival.
Así que tenía ganas de jugar contra ella, y este torneo me dio la “segunda oportunidad”. Contra ella opté de nuevo por la Caro Kann, pero en esta ocasión estuve más acertado. Afortunadamente mi rival estuvo imprecisa en una serie de cambios, al final de los cuales había calculado que a cambio de un peón quedaba en mejor posición, pero que en realidad terminaban con sus dos alfiles en la misma columna abierta y sin posibilidades de reacción. Mi torre d8 fue ya suficiente para terminar la partida porque uno de los dos alfiles era mio, más el peón de ventaja, más la columna de marras, y con todo ello el segundo punto del torneo.
La cuarta ronda me enfrentó a Nacho Garcia, el Presi en funciones del Ateneo, un autentico peso pesado del ajedrez extremeño. Con Nacho tengo la espinita de que siempre me funde con sus estudiadisimas sicilianas, Curiosamente cada vez que he jugado contra él he conducido las piezas blancas y siempre ha puesto en practica alguna de sus variantes “mas calzone”. Así que intenté sacarlo de la teoria y probar con un Rossolimo Mejorado, pero rapidamente me saco de esos caminos y volvió a quedar con ligera ventaja posicional, nada grave de no haber sido porque cometí mi mayor error del torneo y en un cambio bastante sencillo calculé con el culo y le regalé todo un caballito, tras lo cual ya todo fue rodado para él. La partida estuvo interesante hasta que las simplificaciones hicieron estragos sobre el tablero y tuve que abandonar.
La mejor lectura que saqué de esta partida es que conseguí sobreponerme al error y seguir jugando como si no hubiera sucedido nada. Iba en desventaja pero la partida continuaba. Con esa idea continué jugando, a decir del propio Nacho las moví mejor y planteé más problemas a partir del error que antes de él. Y lo escribo entre lo positivo del torneo porque hasta la fecha cada vez que cometía un error de este calibre me cabreaba conmigo mismo y mentalmente abandonaba la partida, tirandola por completo.
Al llegar la quinta ronda llevaba dos de dos, así que me dije que si podía conseguir otro puntito entre las dos partidas que me quedaban me daba por conforme. Una partida fácil en la quinta ronda me abrevió el trabajo. Jugaba con negra ante un rival inferior y a d4 me fue llevando a la defensa Tartakover, en la que me siento seguro, asi que fui jugando solido y tranquilo y cosechando de las imprecisiones de mi rival, hasta que la ventaja material fue abrumadora.
Y llegamos a la ultima ronda, con mis tres puntitos en la saca y con el “pirata” Luceño de rival. Una partida facil, me dije, una defensa solida como la Caro Kann, bloquearle todos los peones que pueda, cerrar la posición y pedirle tablas. El también llevaba 3 puntitos y se encontraba satisfecho con lo conseguido, así que no podía ser dificil, o eso pensaba yo. El único error en mi planteamiento es que si hay dos aperturas que Luceño controle al dedillo son la francesa y la Caro Kann, asi que... bueno, al final, unas tablas de salón y “vamonos a tomar unas birras que estoy sediento”, oferta que acepté sin dudar ni un instante.
Finalmente tres puntitos y medio y tan contento.
Y hasta aquí llega esta minicrónica de mi torneo. Os recuerdo que está orientada, como todo el Rincon del Ultimo Tablero a novatos como yo, por lo que los jugadores avezados no sacarán de ello ningún provecho, aunque quizás pueda divertirles saber cómo lo pasan en estos torneos los “paquetillos”.
Estad atentos, el proximo día os hablaré de un software de entrenamiento que he descubierto hace poco y del que me parece interesante hablaros. Hasta entonces, un saludo.
“Bienaventurado el que sabe esperar, porque ese es dueño de la paciencia”, y la paciencia es una virtud, escasa, pero virtud al fin y al cabo, o algo así dice o debería decir esa bienaventuranza. El caso es que ya está aquí una nueva entrega del Rincón del Tablero, y por la tardanza lo primero que debo pediros es disculpas. Espero, y deseo, que a partir de ahora esta sección sea bastante más habitual entre las paginas del blog.
En mayo estuve tentado de haceros una pequeña crónica del torneo de los Galayos, especialmente porque la edición anterior, la del 2008, fue mi primer torneo, mi bautizo ante otros tableros, mi primera competición, y por eso a este torneo le tengo un cariño especial. Me hubiera gustado decir que el salto ajedrecístico después de un año de jugar pachanguitas en el club y de leer algún que otro manual fue considerable, pero faltaría estrepitosa y fraudulentamente a la verdad. Mi torneo fue para olvidar, tanto que melló mi moral y durante semanas no toqué ni tablero, ni libros ni piezas. Dos puntos sobre siete pasaron la correspondiente factura a una moral tan fragil como la mía.
Durante los dos meses siguientes los resultados de las pachanguitas en mi club han sido decepcionantes, ganandome a pulso la etiqueta de “ultimo tablero”. En mi descargo sólo puedo objetar que los ritmos de juego a cinco minutos son los que peor se me dan, sin duda. Todavía soy muy lento y meto gazapos de novato en las partidas rápidas. El caso es que después de un bajón anímico parece que me repuse y me decidí a participar en el III Torneo de Brozas.
Las partidas no es que fueran precisamente a ritmo lento, 15 minutos finish, pero al menos a ese ritmo me da tiempo para calcular algunas jugadas, pergeñar algún tipo de plan y no cometer errores tan evidentes como en las superrápidas.
No es mi intención hacer una crónica del torneo, sino hablaros de las sensaciones personales que produjeron en mí volver a competir y hacerlo de modo medianamente digno. Así que sólo un par de pinceladas sobre lo que sucedió.
En primer lugar, deciros que Javier Andrada Andrada, compañero del Peón Aislado, se hizo con la victoria global, cumpliendo con las expectativas, toda vez que no en vano le sacaba unos 250 puntos elo al siguiente del ranking.Y sobre el altercado que Andrada tuvo con el hijo de los Benavides, no puedo aportar ningún dato, dado que se produjo al finalizar la ultima ronda y para entonces ya me encontraba tomando birras con el pirata Luceño en un bar de las proximidades. En cualquier caso son cosas que pasan todos los dias en los torneos y a las que no hay que darles mayor importancia; diferencias que normalmente hablando se arreglan, y al proximo año serán compañeros de equipo en Division de Honor con el Peon Aislado, así que van a tener ocasiones de sobra de solventar sus diferencias.
A titulo personal, decir que estoy contento con el torneo realizado.
La primera ronda me cruzó con el bueno de Elviro, “instigador” de este torneo y mejor jugador local, que con este tipo de eventos trata de promocionar el ajedrez en su pegujal. Por aquello de no dejar en mal lugar a la joya del pueblo no me cebé con él y le dejé que me ganara. Bueno, no sucedió exactamente así. Lo cierto es que opté por una Caro Kann y jugué algo pasivo. Me defendí bien pero en el medio juego le dejé meter una cuña de peones en b6 y eso terminó pasandome factura. La única defensa posible fue jugar a5 para impedir que un caballo se instalara en dicha casilla atacando al alfil bloqueador de b7. Lo defendí como pude, pero cuando consiguió tocar con más piezas en a5 y comer mi peon con su caballo la posición se me vino abajo. Barajé la posibilidad de cambiar mi torre por su caballo, pero lo unico que conseguia era que su dama entrara en mi territorio e hiciera estragos en mis piezas. Así que abandoné.
En la segunda ronda tuve una partida tranquila, jugué con blancas una Escocesa y salí con ventaja de la apertura tras un “regalito” del rival, lo que ya no le dió opción a remontar. Lo curioso de esta partida es que descubrí que cuando tengo ligera ventaja juego más nervioso que cuando voy igualado o perdiendo. Imagino que es algo así como el temblor de la falsificación, del que hablaba Patricia Higsmith, y es algo a dominar en futuras ocasiones.
La tercera me enfrentó a una “vieja contrincante”, Pilar Glez Benavides, la pequeña Pili, la niña de los Benavides, que a su corta edad ya se está labrando un nombre a nivel regional dentro de este mundillo. Y digo lo de “vieja contrincante” porque en el por equipos de este año todos pensamos que me tocaría jugar contra ella en el cuarto tablero el dia que nos enfrentamos al Reino de Caissa, pero nuestras previsiones no se cumplieron y finalmente me cambiaron el rival.
Así que tenía ganas de jugar contra ella, y este torneo me dio la “segunda oportunidad”. Contra ella opté de nuevo por la Caro Kann, pero en esta ocasión estuve más acertado. Afortunadamente mi rival estuvo imprecisa en una serie de cambios, al final de los cuales había calculado que a cambio de un peón quedaba en mejor posición, pero que en realidad terminaban con sus dos alfiles en la misma columna abierta y sin posibilidades de reacción. Mi torre d8 fue ya suficiente para terminar la partida porque uno de los dos alfiles era mio, más el peón de ventaja, más la columna de marras, y con todo ello el segundo punto del torneo.
La cuarta ronda me enfrentó a Nacho Garcia, el Presi en funciones del Ateneo, un autentico peso pesado del ajedrez extremeño. Con Nacho tengo la espinita de que siempre me funde con sus estudiadisimas sicilianas, Curiosamente cada vez que he jugado contra él he conducido las piezas blancas y siempre ha puesto en practica alguna de sus variantes “mas calzone”. Así que intenté sacarlo de la teoria y probar con un Rossolimo Mejorado, pero rapidamente me saco de esos caminos y volvió a quedar con ligera ventaja posicional, nada grave de no haber sido porque cometí mi mayor error del torneo y en un cambio bastante sencillo calculé con el culo y le regalé todo un caballito, tras lo cual ya todo fue rodado para él. La partida estuvo interesante hasta que las simplificaciones hicieron estragos sobre el tablero y tuve que abandonar.
La mejor lectura que saqué de esta partida es que conseguí sobreponerme al error y seguir jugando como si no hubiera sucedido nada. Iba en desventaja pero la partida continuaba. Con esa idea continué jugando, a decir del propio Nacho las moví mejor y planteé más problemas a partir del error que antes de él. Y lo escribo entre lo positivo del torneo porque hasta la fecha cada vez que cometía un error de este calibre me cabreaba conmigo mismo y mentalmente abandonaba la partida, tirandola por completo.
Al llegar la quinta ronda llevaba dos de dos, así que me dije que si podía conseguir otro puntito entre las dos partidas que me quedaban me daba por conforme. Una partida fácil en la quinta ronda me abrevió el trabajo. Jugaba con negra ante un rival inferior y a d4 me fue llevando a la defensa Tartakover, en la que me siento seguro, asi que fui jugando solido y tranquilo y cosechando de las imprecisiones de mi rival, hasta que la ventaja material fue abrumadora.
Y llegamos a la ultima ronda, con mis tres puntitos en la saca y con el “pirata” Luceño de rival. Una partida facil, me dije, una defensa solida como la Caro Kann, bloquearle todos los peones que pueda, cerrar la posición y pedirle tablas. El también llevaba 3 puntitos y se encontraba satisfecho con lo conseguido, así que no podía ser dificil, o eso pensaba yo. El único error en mi planteamiento es que si hay dos aperturas que Luceño controle al dedillo son la francesa y la Caro Kann, asi que... bueno, al final, unas tablas de salón y “vamonos a tomar unas birras que estoy sediento”, oferta que acepté sin dudar ni un instante.
Finalmente tres puntitos y medio y tan contento.
Y hasta aquí llega esta minicrónica de mi torneo. Os recuerdo que está orientada, como todo el Rincon del Ultimo Tablero a novatos como yo, por lo que los jugadores avezados no sacarán de ello ningún provecho, aunque quizás pueda divertirles saber cómo lo pasan en estos torneos los “paquetillos”.
Estad atentos, el proximo día os hablaré de un software de entrenamiento que he descubierto hace poco y del que me parece interesante hablaros. Hasta entonces, un saludo.
Javier Magariños
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