Por problemas de prisas y luego con dudas por la oportunidad o no de la publicación no publicamos una crónica de la primera jornada del por equipos de Portugal, que hizo Javi Gómez amablemente y como la hizo para que se publicara, aquí os la pongo para la leáis (pincha aquí para leer la mía). Os aseguro que si os gustó la mía esta también os gustará como mínimo lo mismo:
Primera jornada de ajedrez y no hemos comenzado bien, pero como esta va a ser la crónica alternativa, nos centraremos en las demás cosas importantes que no tienen que ver con los escaques.
Salimos de Badajoz en dos coches, en el coche de Marco, el propio dueño del auto, Julián, Paredes y Benjamín que lo recogieron en el puente (no me preguntéis porqué en ese sitio…), en el coche de Quique, los hermanos de Nacimiento, el propio Quique, Edu y yo. No habíamos recorrido ni 200 metros cuando ya nos habíamos equivocado de ruta. Vuelta a empezar y visualizamos el coche de Marco, lo seguimos. En Elvas se añade Jaime (capitán del equipo) y en su Golf se suben algunos de los integrantes de los otros coches para aligerar el peso.
Cerca de Portugal, Jaime pega uno de los acelerones típicos de los portugueses (no sólo los acelerones, las “pirulas” tremendas como saltarse tres carriles seguidos también están a la orden del día), y de repente, nos quedamos los coches españoles sin referencia, pero ahí estaba Quique para sacar su TOMTOM y, aunque a Quique le cueste reconocerlo, pasearnos por todo Vilanova de Gaia, aunque finalmente nos trajo hasta el hotel.
La primera victoria ajedrecística, y prometo que será de lo único referente al ajedrez que hablaré en la crónica, es mi victoria por 3,5 a 1,5 contra el teléfono móvil de Quique. Tras perder la primera partida pensando que el software no se enteraba y entregar los dos alfiles, que el móvil se comió el primero y rechazó el segundo sacrificio de forma magistral, perdía, pero gané la segunda y la tercera, busqué las tablas fáciles con negras en la cuarta, y volví a vencer en la quinta, a pesar de las sugerencias de Ángel que me decía las jugadas malas para que me dejase la dama.
Comienzan las partidas de la Liga Portuguesa, y los dos Antonios (Paredes y de Nacimiento) nos disponemos a jugar el otro torneo, el de póker, la primera partida fue para Antonio de Nacimiento tras llenarse de fichas por el mal juego de Paredes, ante tal superioridad, nada puede hacer. En la segunda mano, el ganador indiscutible fue quien les escribe, eliminado a de Nacimiento con un full house, y aunque Paredes se dobló dos veces por mis faroles descontrolados y un AK vs AQ, acabé imponiendo mi juego superior con mi AJ contra un T6 que no le valió para nada. De todas formas, solo jugamos 1€ por lo que la victoria no me sabe a tal.
No escribiré sobre la agonía de la hora, ya que llegamos con una media hora de sobra para comer. Julián, tras tragarse la hamburguesa sin masticar y más preocupado por llegar a tiempo que el capitán del equipo y único portugués del conjunto, se marcha el primero para llegar unos segundos antes de que se activen los relojes. La crónica oficial de Quique resume muy bien los momentos vividos y la tensión de Julián que no sabía si comer o jugar, a los demás, nos resbalaba bastante llegar un poco tarde, y sobre todo a mí, que no jugaba.
Después de las partidas, y para celebrar lo malo que somos, Quique y Paredes compran una botellita de Oporto que nos estamos bebiendo mientras se escribe la primera parte de la crónica. Es un vino muy dulzón y de esos que bebes alegremente, y para cuando quieres darte cuenta llevas una cogorza de hipérbole. De hecho, Quique se ha tirado la copa encima al tercer vasito. A tomar por c… el polo Lacoste y la moqueta del hotel. Quique se ha “cagado en diez” un número de veces que se aproxima al total de casillas que tiene un tablero. En el archivo fotográfico se adjuntan imágenes del protagonista intentando arreglar el entuerto: “¿Cómo se rompe un vaso contra una cosa de estas? ¡Vaya mierda de moqueta!”. Física pura, Quique, que tú eres de letras.
Salimos a inspeccionar la vida nocturna de Oporto y encontramos un bar que sirven cubatas inversos: si en España echan 3 ó 4 dedos de licor y el resto de Coca-Cola, aquí te ponen hasta arriba de ron y los últimos 2 dedos de la copa la rellenan con una botella de refresco, la cual sirve de forma indistinta para completar el cubata de varios clientes. Tenemos que pedir más hielo y por supuesto, más Coca-Cola, pues la copa está más que cargada. Nos cambiamos a la caipirinha gracias a las observaciones de Paredes, que se fija desde el mostrador en la botella que sirve de materia prima para dicha bebida. Mención especial para la copa de Benjamín, en la que quedan separados el licor y la mezcla por el limón (obsérvese documento fotográfico). Chistes y preguntas del tipo: “¿En qué animal te gustaría reencarnarte?” y volvemos al hotel para jugar la última mano de poker (aquí hay gente que ha jugado bastante más a las cartas que al ajedrez), y ni decir tiene que volví a salir victorioso en la primera partida, pero la segunda se la adjudicó por primera vez Paredes, que ya era hora que ganara alguna.
Salimos de Badajoz en dos coches, en el coche de Marco, el propio dueño del auto, Julián, Paredes y Benjamín que lo recogieron en el puente (no me preguntéis porqué en ese sitio…), en el coche de Quique, los hermanos de Nacimiento, el propio Quique, Edu y yo. No habíamos recorrido ni 200 metros cuando ya nos habíamos equivocado de ruta. Vuelta a empezar y visualizamos el coche de Marco, lo seguimos. En Elvas se añade Jaime (capitán del equipo) y en su Golf se suben algunos de los integrantes de los otros coches para aligerar el peso.
Cerca de Portugal, Jaime pega uno de los acelerones típicos de los portugueses (no sólo los acelerones, las “pirulas” tremendas como saltarse tres carriles seguidos también están a la orden del día), y de repente, nos quedamos los coches españoles sin referencia, pero ahí estaba Quique para sacar su TOMTOM y, aunque a Quique le cueste reconocerlo, pasearnos por todo Vilanova de Gaia, aunque finalmente nos trajo hasta el hotel.
La primera victoria ajedrecística, y prometo que será de lo único referente al ajedrez que hablaré en la crónica, es mi victoria por 3,5 a 1,5 contra el teléfono móvil de Quique. Tras perder la primera partida pensando que el software no se enteraba y entregar los dos alfiles, que el móvil se comió el primero y rechazó el segundo sacrificio de forma magistral, perdía, pero gané la segunda y la tercera, busqué las tablas fáciles con negras en la cuarta, y volví a vencer en la quinta, a pesar de las sugerencias de Ángel que me decía las jugadas malas para que me dejase la dama.
Comienzan las partidas de la Liga Portuguesa, y los dos Antonios (Paredes y de Nacimiento) nos disponemos a jugar el otro torneo, el de póker, la primera partida fue para Antonio de Nacimiento tras llenarse de fichas por el mal juego de Paredes, ante tal superioridad, nada puede hacer. En la segunda mano, el ganador indiscutible fue quien les escribe, eliminado a de Nacimiento con un full house, y aunque Paredes se dobló dos veces por mis faroles descontrolados y un AK vs AQ, acabé imponiendo mi juego superior con mi AJ contra un T6 que no le valió para nada. De todas formas, solo jugamos 1€ por lo que la victoria no me sabe a tal.
No escribiré sobre la agonía de la hora, ya que llegamos con una media hora de sobra para comer. Julián, tras tragarse la hamburguesa sin masticar y más preocupado por llegar a tiempo que el capitán del equipo y único portugués del conjunto, se marcha el primero para llegar unos segundos antes de que se activen los relojes. La crónica oficial de Quique resume muy bien los momentos vividos y la tensión de Julián que no sabía si comer o jugar, a los demás, nos resbalaba bastante llegar un poco tarde, y sobre todo a mí, que no jugaba.
Después de las partidas, y para celebrar lo malo que somos, Quique y Paredes compran una botellita de Oporto que nos estamos bebiendo mientras se escribe la primera parte de la crónica. Es un vino muy dulzón y de esos que bebes alegremente, y para cuando quieres darte cuenta llevas una cogorza de hipérbole. De hecho, Quique se ha tirado la copa encima al tercer vasito. A tomar por c… el polo Lacoste y la moqueta del hotel. Quique se ha “cagado en diez” un número de veces que se aproxima al total de casillas que tiene un tablero. En el archivo fotográfico se adjuntan imágenes del protagonista intentando arreglar el entuerto: “¿Cómo se rompe un vaso contra una cosa de estas? ¡Vaya mierda de moqueta!”. Física pura, Quique, que tú eres de letras.
Salimos a inspeccionar la vida nocturna de Oporto y encontramos un bar que sirven cubatas inversos: si en España echan 3 ó 4 dedos de licor y el resto de Coca-Cola, aquí te ponen hasta arriba de ron y los últimos 2 dedos de la copa la rellenan con una botella de refresco, la cual sirve de forma indistinta para completar el cubata de varios clientes. Tenemos que pedir más hielo y por supuesto, más Coca-Cola, pues la copa está más que cargada. Nos cambiamos a la caipirinha gracias a las observaciones de Paredes, que se fija desde el mostrador en la botella que sirve de materia prima para dicha bebida. Mención especial para la copa de Benjamín, en la que quedan separados el licor y la mezcla por el limón (obsérvese documento fotográfico). Chistes y preguntas del tipo: “¿En qué animal te gustaría reencarnarte?” y volvemos al hotel para jugar la última mano de poker (aquí hay gente que ha jugado bastante más a las cartas que al ajedrez), y ni decir tiene que volví a salir victorioso en la primera partida, pero la segunda se la adjudicó por primera vez Paredes, que ya era hora que ganara alguna.
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